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LA PAZ ES INDIVIDUAL

La Paz no es Colectiva; Nace en el Individuo, y desde allí como un sol que se expande, llega a la colectividad.

Cada uno de nosotros, Corazón mío, puede alcanzarla si se esfuerza para ello; si se esfuerza para VER, y son pocos los que quieren hacerlo. La gran mayoría nos conformamos con mirar.

El que mira, deambula; solo el que ve, camina. Caminar es haber entendido el por que de nuestro estar presentes dentro de un cuerpo y un tiempo, y es querer llevar a cabo eso que se ha entendido.

El que se manosea con la vida, no camina, es como un ebrio a quien cualquier calle, atajo o lo que fuere, le da lo mismo, total...ausente para la realidad que lo circunda, construye su propia irrealidad y se exilia al país del sopor. Estarás ausente del Camino, Corazón, como los ebrios, cuando hagas tu morada el desierto sin razón como los ebrios, cuando hagas tu morada en el desierto sin Ser de las emociones que pasan, de los pensamientos que pasan, de las ilusiones que pasan, porque tu destino no es coger esas florecillas que encantan a los ciegos. Esas florecillas son para las almas niña, que sujetan todo su ambicionar al efímero arco iris de su tiempo vital.

Y allí no está la Paz, ni la felicidad verdadera, ni la verdadera Realidad de tus latidos, que a puerto muy diferente quieren llevarte. Tú eres una posibilidad de Ser, y la desperdicias cuando, en vez de codearte con lo sublime, desciendes y trasnochas con lo que nace de tu animal, de tu piel, de tu mente-mundo.

La Paz es hija dilecta de tu Realización Espiritual.

Te realizas cuando concuerdas alegremente con Aquello de lo que tú provienes. Y te digo "alegremente", porque el Camino que te lleva a lo más alto, es Camino de gloria, no de castraciones ni de posposiciones. Quien va hacia la luz - y es consciente que va hacia ella- no se lamenta por la sombras que deja, sino que goza por la iluminación que le aguarda, como el ave, que al desplegar sus alas y hacerse rumbo al espacio, no se detiene a llorar por la tierra que abandona. No se sufre al romper las cadenas que nos atan, a no ser que, ignorantes de la libertad que nos espera, queremos mantenernos prisioneros en la celda conocida y cotidiana. Un ciego ama su bastón mientras la vista no le es devuelta, mas si este retorna a sus ojos -y él sabe retorna, puesto que ve- con qué alegría lo abandonará, lo dejará bien lejos, enamorado de la luz.

La Paz, Corazón Mío, es producto sagrado de tu alquimia celeste. Cuando el plomo y el hierro que hay en tí, se convierten en oro fulgurante, cuando Seas para la verdad y te desnudes, te sustraigas del jardín de las apariencias, entonces te entenderás con ella: serás Ella y lo serás por Amor, porque Paz es Amor, y solo el Amor la conquista, el que ama lo más alto, lo más perfecto y Bello. La Paz y el tiempo no tiene concordancia alguna.

Para conquistarla, has de salirte del océano de las horas y los siglos, has de salirte de ti mismo como criatura manifiesta, y escalar la cumbre de tu propia esencia. Tus mismos latidos son hijos del silencio. Eres capitán de un barco que navega hacia el Gran Puerto, y torpeza sería quedarte enamorado de los maderos que son instrumentos tan solo, puestos allí para que tu navegues, y no para que permanezcas mezclado con tu aparecer perecedero. Tu hogar no es ese cuerpo donde lates, ni sus múltiples sensaciones. Este Cuerpo es sólo una mansión donde se realiza la más sagrada de las fiestas; tú debes elegir se Rey en ella, o el esclavo que se regodea comiendo sus migajas.

La Paz requiere tu muerte como apariencia, y esto lo lograrás cuando aparente, a su vez, no te atraiga y te subyugue. Si comprendes tu medida de gigante, no te doblarás para conversar con las laderas sombrías, sino que te sentirás feliz con tu ambición de cumbres y de soles.