www.milcaminos.com

     
 

 

ENTREVISTAMOS A... JUAN MANZANERA

(Fue monje budista durante 12 años en el Tíbet y dos de estos tutor del pequeño Lama Osel.)

Poco antes de dar comienzo la clase de meditación, fui recibida por Juan Manzanera en el Centro donde imparte sus clases en Madrid.

Hombre sencillo y amable, de gran experiencia en temas espirituales y grandes dotes literarias. En la actualidad tiene dos libros publicados con muy buenas críticas. El primero puede servir de gran ayuda para iniciarse en la meditación, lleva por título "El placer de meditar" y en publicaciones anteriores de esta revista fue citado como libro recomendado. El segundo y último por el momento, quedó recientemente finalista al premio "Espiritualidad". Personalmente he leído los dos y a mí me han gustado. Son fáciles de entender por cualquier lector, sepa algo o no de estos temas. Amenos y enriquecedores, libros que hacen pensar, en definitiva todo un bálsamo para el intelecto y para el espíritu. Os los recomiendo.

G.- ¿ Dime Juan, que diferencia hay entre un monje budista y un sacerdote?

J.M- Son religiones distintas,  pero tanto los monjes budistas como los sacerdotes cristianos tomamos unos votos que te comprometen a no realizar una serie de cosas que básicamente tienen que ver con la ética: No robar, no mentir, no matar, no al sexo... en esencia es lo mismo, pero en el detalle es diferente. Supone guardar una serie de votos que se reducen a no dañar, ni con la palabra, ni con el cuerpo, ni con la mente.

G.- Cuéntanos tu trayectoria. ¿Por qué te planteas marcharte al Tíbet?

J.M.- Yo me encontraba en una crisis, para mí, la vida no tenía sentido, estaba muy perdido, no me interesaba nada y empecé a viajar. Estuve en Europa, más tarde en  la India, y allí me encontré con los Lamas, yo sentí algo muy fuerte, transmiten mucha paz. Después de haber estado cuatro años confuso, estar con ellos me llenó de serenidad. Escuchar sus enseñanzas me hizo sentir algo muy profundo.

J.M.- Yo me encontraba en una crisis, para mí, la vida no tenía sentido, estaba muy perdido, no me interesaba nada y empecé a viajar. Estuve en Europa, más tarde en  la India, y allí me encontré con los Lamas, yo sentí algo muy fuerte, transmiten mucha paz. Después de haber estado cuatro años confuso, estar con ellos me llenó de serenidad. Escuchar sus enseñanzas me hizo sentir algo muy profundo.

G.- ¿Y te acogieron bien? ¿No te trataban diferente?

J.M.- Sí, muy bien, a pesar del idioma. Hay monjes que traducen del tibetano al inglés, y así es como vas conectando con todos.

G.- ¿El cambio de vida era totalmente positivo? ¿No echabas de menos nada, alimentación, amigos, etc.?

J.M.:- No, porque cuando yo los conocí por primera vez, volví aquí y como seguía mal, entonces decidí irme otra vez convencido de lo que quería. Allí me encontré por un lado con la serenidad, la paz que te da la meditación, y por otro con lo que yo perdía. No fue fácil, lo que sucedía es que la meditación me daba mucho. Había una parte de mí que no estaba contenta, pero la meditación era algo tan fuerte, tan valioso, daba tanto sentido a mi vida que lo compensaba.

G.-¿Y cómo fue tu experiencia con el pequeño Osel?

J.M.- Eso fue al final de mi estancia en el monasterio. A los diez años dedicados por entero a la meditación, al aislamiento, de ruptura con mi vida anterior, me ponen de la noche a la mañana con un niño de 6 años.

Cuándo se tienen hijos y los vas viendo crecer, aprendes poco a poco a manejarlos ¿no?. Pero sin saber nada de niños que te pongan a uno tan pequeño a tu cargo, es bastante fuerte. Eso, a mí me cambió muchas cosas. Fui consciente que él necesitaba mucho cariño, mucho apoyo, y yo era incapaz de dárselo, porque no lo había hecho durante esos últimos diez años. De Osel dicen que es un Lama iluminado. Pero en el fondo, es un niño que necesita cariño, que le digan lo que tiene que hacer, que le fuercen a estudiar, que coma, que no sea gamberro. El aspecto de Lama yo no lo vi. Estuve con Osel. de los 6 a los 8 años. Es un niño brillante, sensitivo, inteligente pero a esa edad son así casi todos ¿no?Yo no diría que él haya demostrado unas cualidades especiales. También es verdad que en la situación en la que está, rodeado de Lamas, de Maestros en un monasterio, sí que es posible que poco a poco pueda sacar las cualidades necesarias, que vayan saliendo.

G.- ¿Y qué seguridad tienen de que ese niño sea la reencarnación de Lama Yese?.

J.M.- Bueno, no hay un 100% de seguridad. Yo recuerdo que la primera vez que fue María, la madre de Osel a India y se entrevistó con el Dalai Lama que es un hombre muy sincero, él dijo que había un 70% de probabilidades. Es un alto porcentaje, pero seguridad...no sé, lo importante es ¿Quien fue Lama Yese?. Este lama fue un hombre compasivo, de mucha sabiduría, muy dinámico, con mucho carisma, con una gran capacidad de hacer que la gente entrara en la vida espiritual, incluso las personas más perdidas. Tenía muchos discípulos que habían sido drogadictos, vagabundos etc., y que se habían metido de lleno en la meditación gracias a su carisma, a su poder especial.

Entonces, el tema es que Osel cuando sea mayor se vea que es una continuación de esa energía, de esa personalidad. Si no lo es, si se comprueba que es una lama más, pues no pasa nada. Ellos saben que puede ser así.

G.- ¿Es cierto que tienen tan buen humor como parece?.

J.M.- Si, el país, la raza, es una gente muy alegre, muy divertida, siempre están con la sonrisa puesta.

G.- ¿Tu eras católico antes de ser monje?

J.M.- Yo tuve una época en la que fui católico practicante. Luego pasé otra época en la que dejé todo. Después conocí el budismo.

G.- ¿Es importante la religión para ti?.

J.M.- Para mí, la clave, lo esencial es el maestro. Cuando yo me encontré con una persona que me inspiraba espiritualmente no me cuestioné si era o no católico. Si hubiera encontrado a un maestro sufí, hubiera sido sufí. Lo importante para mi era encontrar esa persona que me ayudara a sacar esa parte espiritual, que me tocara el corazón. Podría haber sido un sacerdote, entonces sería un cristiano convencido.

G.- Las personas en general, tienen un concepto "snob" de la meditación. ¿Podrías definirla para el que no la conozca?.

J.M.- Lo que puedo decir es cómo funciona. Hay un ejemplo que cuentan los maestros: Hay sufrimiento en la vida, nos encontramos con problemas y eso no se puede cambiar. Ahora, la cuestión es: ¿Cómo estás tu ante estos problemas?. Si estás muy cerrado, muy obsesionado, los problemas te hacen sufrir mucho más. Si tienes la mente abierta, expandida los problemas no te afectan tanto. La meditación sirve para tener la mente abierta, con lo cual no te afectan tanto las situaciones adversas. Hay un ejemplo muy bonito que yo siempre cuento: " Si tú, a un vaso de agua le echas una cucharada de sal, se pone muy salada, no hay quien se la beba. Pero, si a un lago le echas una cucharada de sal no pasa nada". Pués es un poco lo mismo. La meditación te da expansión en la mente con lo cual ese problema que va a venir viene, pero no se nota. Meditar es una técnica de miles de años que tiene esa función.

¿Qué es la mente?  La mente no se ve, no se mide, no hay aparatos que la detecten, no tiene contorno, ni volumen, pero si la puedes notar en tus estados de ánimo. Ejemplo: Cuando una persona es muy egoísta, la mente está cerrada. Cuando estás enamorado, amando a alguien, no hace falta nada más, la mente está muy abierta. La mente se contrae y se expande, así que se trata de conocer el método, la manera de hacerlo y la meditación es uno de ellos.

G.- ¿A partir de qué edad la recomiendas?.

J.M.- Yo creo que no hay edad. Yo he dado cursos a niños y les interesa muchísimo la meditación. Creo que es importante que empiecen a conocer la mente, como funciona, que les puede hacer sufrir, que si no la controlan les puede hacer sufrir más, que los pensamientos positivos les van a ayudar... 

G.- Y Volviendo a tu historia personal. ¿Cuándo decides volver a España después de doce años en el monasterio, lo decides por ti mismo?¿ Porque echabas de menos algo en tu vida? ¿Considerabas que aquí hacía falta esa enseñanza? o ¿quizás ya no estabas a gusto allí? ¿Cómo fue?.

J.M.- Bueno es algo personal, sentí que algo no funcionaba. Lo mismo que me había ayudado antes se había vuelto un obstáculo. Yo creo que lo que pasó fue que desconecté de mi cuerpo, de mis sentimientos y me metí de lleno en el mundo mental y espiritual, dejando la parte humana. Pero el equilibrio es todo cuerpo, emoción, mente y espíritu. Yo en ese momento no sabía dónde estaba integrado, pero sabía que tenía que salir. Así que dejé aquello y me volví.

G.- ¿Ahora estás bien? ¿Has hecho lo correcto?.

J.M.- Nunca se sabe, pero sí, me siento muy a gusto. Ahora estoy dando mucho más a los demás que antes. Me siento más creativo, más abierto a los demás.

Siempre he tenido miedo a perder lo que había conseguido. Sin embargo voy descubriendo que no he perdido nada sino que se va integrando. Yo antes, meditaba con la mente, ahora medito con todo lo que soy, con mi cuerpo, mis emociones, mi mente; es una meditación más entera.

No he acabado, estoy en una etapa más del camino. Aquello fue una, ahora estoy en otra, y veremos como acaba todo. En la época de monje daba cursos, pués formaba parte de la labor, pero siempre a distancia, desde fuera. Cuando empecé a dar clases aquí, la gente me decía que era un egoísta espiritual, que me lo guardaba todo, porque notaban que no estaba abierto. Esa misma gente que todavía está conmigo desde entonces, me comenta el gran cambio que ha habido en mi. Las clases llegan más.

G.- ¿Cuanto tiempo llevas dando clases en Madrid?.

J.M.- Seis años.

G.- ¿Hay diferencia con la enseñanza que dabas allí a la que das aquí?.

J.M.- Si, hay diferencia. En los monasterios tibetanos se estudia mucho. Sin embargo aquí enseguida se enseña a meditar, la enseñanza está más enfocada a la práctica, porque en general tenemos estudios, hemos ido a la universidad etc. ,ellos no. Luego están los retiros de meditación, un mes, dos meses, un año. Aquí no, aquí te dicen que medites cada día un poco. Hay cosas que se van “occidentalizando”. La enseñanza es la misma, aunque en bastante menos tiempo.

G.- Ahora vamos con tu faceta literaria. ¿Por qué te planteas escribir?.

J.M.- La verdad es que no me lo planteé, fue casual. En uno de mis viajes por la India me encontré con un periodista de la revista "Más Allá", Sebastián Romero. Nos hicimos amigos, y al volver aquí insistió en que escribiera mi historia y al final me convenció. Escribí un artículo para la revista que llamó mucho la atención. Seguí escribiendo para “Más Allá" durante año y medio

Mis alumnos me pedían que escribiera un libro con lo que sabía, y tanto me insistieron que al final lo escribí. El primero fue:  "El placer de meditar" y el siguiente acaba de salir "La mirada del Maestro" (editorial Martínez Roca).

El primero son meditaciones, y el segundo es una novela, espiritual claro. Las novelas tienen mucha más emoción.

G.- Coméntanos el premio que te han dado.

J.M.- Si, he quedado finalista al premio "Espiritualidad". Este premio se convoca todos los años. El primero a sido para Raimon Panikkar, y yo he quedado finalista.

G.- ¿Y quien lo otorga?.

J.M.- La Editorial Martínez Roca.

G.- Por último, ¿has tenido algún problema para dejar el monasterio?.

J.M.- No, allí es sencillo. Tomas los votos y los devuelves en una ceremonia. El único problema es que no está bien visto. No es buen ejemplo para los demás monjes, por lo que puedan pensar, les pueden entrar dudas también a ellos. Es algo social más que nada, allí no existe la culpa.

 

Entrevistado por Gloria Alonso