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EL NOBLE OCTÚPLE
SENDERO
El último y tercer
aspecto de la conducta moral es:
Recto Sustento: Ganarnos la vida, no solamente en beneficio propio, sino
también en beneficio de todos los demás.
Ganarnos la vida de una forma “correcta”, sin dañar, sin perjudicar a los
demás.
No hay que olvidar que ganarnos la vida tiene que servir para sustentarnos.
Es decir que hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Recordar
que lo más importante en la vida, es vivir, disfrutar conscientemente de
cada momento, de los buenos como de los malos y aprender de ellos. Hacer del
trabajo un instrumento, un medio de sustento, no la meta de nuestra vida.
Algunas veces la vida nos pone en situación difícil y nos vemos obligados a
hacer un trabajo “incorrecto”, que va en contra de nuestros principios, de
los cinco Preceptos
(ver Revista anterior), es decir matando, mintiendo, apropiándonos de lo que
no es nuestro, drogándonos o emborrachándonos. Esta actitud, aunque a veces
nos está impuesta en contra de nuestra voluntad, perjudica seriamente
nuestra evolución y por supuesto nos crea un cúmulo de consecuencias
kármicas.
La tercera parte de éste Noble Óctuple Sendero, está dedicada a la
Concentración, al gozo. (Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta
Concentración)
Recto Esfuerzo: Ser capaces de trascender nuestras propias limitaciones
mentales y espirituales. Perseverar y mantenernos firmes en nuestros
propósitos.
Es poco a poco practicar una autodisciplina, sin imposiciones frustrantes.
Observar nuestros estados mentales, pudiendo incluso criticarlos y
rectificarlos, separando lo provechoso y positivo de lo perjudicial y
negativo.
El recto esfuerzo reside también en nuestra capacidad de reírnos de nuestros
errores y tener el valor de reconocerlos,
Tenemos que desprendernos de nuestros pensamientos perjudiciales.
Reprimirlos no sirve de nada. Hay que ir poco a poco remplazarlos por el
trabajo de la concentración y la práctica de la meditación. Con la práctica
de la meditación, podremos trabajar con los cuatro esfuerzos supremos.
Los cuatro esfuerzos supremos son la esencia de la senda espiritual:
“No permitir que surja ningún pensamiento perjudicial que aún no ha surgido.
“No permitir que continúe cuando haya surgido.
“Hacer que surja un pensamiento provechoso que aún no ha surgido.
“Hacer que continúe el pensamiento provechoso que ya ha surgido.
Estos cuatro esfuerzos supremos se pueden aplicar en todo lo que hagamos en
la vida cotidiana y no solamente en la meditación. El esfuerzo debe hacerse
por el esfuerzo mismo, no por los resultados que se puedan obtener de él.
Dominique (Rudrâni)
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