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¿AÚN DUERMES?

Escuchando el relajante sonido del oleaje y admirando el color plata del mar me abstraigo en divagaciones mentales. Comparo el incesante ir y venir del oleaje con la vida misma tal y cómo vamos avanzando inevitablemente hacia la “orilla” final de nuestro destino, volcando en ella las vivencias acumuladas para luego retornar de nuevo al inmenso Océano. Cada gota de esta agua lleva en si misma todo el contenido del mar, igual que cada ser humano guarda internamente la misma Esencia formando entre todos una sola unidad, un Gran Cuerpo Cósmico de energía. Reconozco que me encanta filosofar, pero es porque cada día y en cada momento observo más similitudes entre la vida externa y la interna y cómo todo guarda una cierta relación. 

Así, observando y divagando me doy cuenta de que voy despertando lentamente de un largo letargo, de un profundo sueño -de quizás muchas vidas- para enfrentarme a los vislumbres de una “Realidad” prometedora. Esa Realidad que me une con los elementos, con las plantas, con los animales y con los seres humanos; una unión que sale de lo interno, no existen palabras para definirla puesto que traspasa lo meramente sensorial. Sí, estoy despertando y, al hacerlo, colaboro en el despertar de aquellos que se cruzan en mi camino y que su sueño ha dejado ya de ser profundo. Aquél que ha dormido durante mucho tiempo y empieza a salir de su ensoñación, al principio suele encontrarse perdido, desorientado. Necesita de un periodo de tiempo más o menos largo para adaptarse de nuevo al presente.

En la vida cotidiana convivimos juntos los durmientes, los semi-dormidos y los semi-despiertos, personalmente creo que, sobre todo a la gran mayoría, nos queda mucho para el despertar total -ese despertar que tuvieron los grandes Maestros e Iniciados- concienciándonos de qué o quienes somos en realidad.

Según mi criterio, el dormido pasa por la vida soñando un sueño tras otro. A veces terribles, otros absurdos y la mayor parte intrascendentes o banales. Pero él vive su experiencia 

Onírica como si fuera la única realidad existente para todos, por eso no entiende que haya otras realidades, no puede comprenderlo porque sencillamente está dormido, aún le falta el despertar. Su vida es tranquila y permanece absolutamente convencido de su verdad como la única.

El semi-dormido es aquél que pasa del sueño profundo a la vigilia y vuelve de nuevo a la ensoñación. No sabiendo exactamente donde se encuentra él ubicado, si en la realidad o en la inconciencia. A su modo es feliz, pasa de un estado a otro sin prestar demasiada atención a ninguno, su vida está centrada entre el pasado y el futuro, el presente casi no cuenta no se paran mucho tiempo en él. Su meta es consumir la existencia ocupándose continuamente en hacer cosas y más cosas que lo mantengan distraído de esos estados de “vigilia” por los que pasa sin querer percatarse de ellos por miedo a alterar su tranquila y cómoda vida.

El semi-despierto es quien comprende de pronto que estaba dormido. El que recuerda sus ensoñaciones y el que vive sus realidades. Es aquél que no quiere permanecer dormido por más tiempo, aunque sepa que necesita aclimatarse a su estado actual. Es, también, quien a veces sufre, quien en ocasiones preferiría estar soñando un sueño de irrealidad y de fantasía cerrando los ojos de la conciencia a tantas situaciones injustas de la vida humana; quien, en ocasiones, teme asumir los compromisos que debería en su nueva condición de semi-despierto. Más todo eso no le impide ser cada día más consciente y completo, sintiendo en sí mismo la unidad con todo y con todos. Esa unidad que no implica ser idéntico al resto. En mi opinión, la unidad va más allá de las ideologías, de las diferentes opiniones, de las creencias y de las personalidades. Podemos ser diametralmente opuestos con nuestros semejantes y mantener un nexo común de unión interna, o lo que es lo mismo “conciencia de unidad” individual y colectiva. Por ley natural, tanto la unidad total como el gran despertar se darán a su debido tiempo y en el momento adecuado, cuando esta humanidad que formamos entre todos esté preparada para recibirlos. ¿Cuándo?... no hay prisa, somos eternos. 

Dejo el bolígrafo y vuelvo la vista al mar, miro el incesante vaivén de las olas y siento como me invitan a sumergirme en ellas. Me introduzco en el agua... siento su frescor que me acaricia la piel y me uno a ella... me siento mar, soy ola...

Soy... Siento... en este momento estoy despierta y soy feliz.

De nuevo, gracias Vida.


Con mis mejores deseos,

Gloria Alonso.