|
EL SABIO Y LA TAZA DE TÉ
Aprendiendo a desaprender
Un hombre joven fue a visitar a un viejo sabio con el fin de que lo instruyera.
El anciano lo recibió, invitándolo a una taza de té. Mientras tanto, el recién
llegado no paraba de hablar inconscientemente sobre sus muchos conocimientos. El
sabio cogió la tetera y empezó a verter té sobre la taza de su invitado, de tal
modo que el humeante líquido se derramó. No obstante, el viejo siguió sirviendo
té.
-¿Qué hace usted- dijo el joven-, no se da cuenta que la taza rebosa y está
cayendo el té al suelo?
El anciano sonrió pícaramente y dijo:
-Ilustro esta situación. Tú al igual que la taza, estás lleno de tus propias
opiniones, prejuicios y creencias. ¿De qué serviría que yo intentara enseñarte
algo si antes no te vacías?.
|
|