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PENSAMIENTOS SOBRE LA FELICIDAD, LA VIDA Y LA MUERTE

Hace unos días, alguien me comentaba que la felicidad era una falacia, simplemente no existía como un estado permanente. Si acaso, se compondría de pequeños momentos eclipsados estos por una mayoría absoluta de problemas y tristezas. También se lamentaba de algo tan inevitable como la muerte física. Hablar del tema la causaba miedo, miedo a la impermanencia, a la nada, a no ser. Decía sentir una gran tristeza de que algo así nos ocurriera sin poder evitarlo, por lo tanto lo apartaba de su mente evitando pensar o hablar de algo tan "siniestro". 

La verdad es que me hubiera gustado animarla, tener argumentos convincentes para decirla y de esta manera quitarla el miedo y la ansiedad mal disimulada que tenía. Pero no resulta fácil tratar de abrir una mente cerrada.

La sociedad en la que vivimos, es moderna, tecnológicamente avanzada, próspera, la calidad de vida es cada día mayor y mejor. Además tenemos a nuestro alcance muchas cosas que nos hacen fácil y cómoda la existencia. Todo eso está muy bien, pero hemos dejado de lado algo tan fundamental como es el paso de la vida a la muerte.

La inmensa mayoría de las personas no desean saber nada de éste tema, cuando sería básico que nos enseñaran desde pequeños a aceptar el trance no ya como algo inevitable, sino como algo necesario. No como algo destructivo, sino como algo diferente; otra variante más de la existencia.

Me doy cuenta de que las personas ancianas lúcidas, sienten miedo a esa sombra desconocida que ven acercarse a ellas día a día.

Sabemos que en otras culturas no es así. La muerte no es una amenaza para ellos porque desde niños les enseñan a no temerla. Su aceptación es natural y hasta motivo de celebración, por ser un cambio a una mejor vida para el difunto.

En cuanto a la felicidad... Para mí, sí existe la felicidad. Y no creo que sean pequeños momentos agradables de la vida. Yo la siento como algo profundo e interno.

Puedes nadar en la abundancia, tener todo lo que puedas desear y no ser feliz. Existen casos así. Por contra, hay personas, pocas la verdad, que sin tener grandes cosas son felices. No por que sean conformistas o poco ambiciosos, sino porque posiblemente vivan en paz interiormente.

Con miedo y ambición descontrolada no se puede ser feliz. Es como una pescadilla que se muerde la cola: "Deseo cosas, lucho por ellas, las consigo ... y luego temo perderlas. _Como cada vez quiero y tengo más, más miedo siento._ Con la muerte física todo lo que he conseguido lo pierdo, por lo tanto si la muerte me va a arrebatar lo que tanto me ha costado, es mi "enemiga" ¡la temo!. ¿Que puedo hacer para no sufrir por esto? _ No pensar en ella.

_¿Y así somos felices?. Si tenemos un grano y lo maquillamos para que no se vea ¿deja de existir? ¿No seria mejor reconocerlo para poder curarlo?.

En todas estas cavilaciones me sumí al escuchar los argumentos y temores de esta persona. Al cabo y como el silencio resultaba incómodo, opté por decirla que lo verdaderamente importante era vivir el momento presente en cada ocasión lo más felizmente posible. Mi respuesta debió gustarla porque me miró complacida, me sonrió y dijo: 

" Eso mismo pienso yo."

Realmente me hubiera gustado añadir a lo dicho por ella: "Si, pero aunque pienses eso mismo, ¡siéntelo por dentro, vive con esperanza, sin temores, tú eres eterna!”. Pero no lo dije, posiblemente porque no me habría creído. Las palabras solo ayudan, no sirven para cambiar conceptos. Eso solo es posible a través de la experiencia particular y consciente.


Gloria Alonso.


Con mis mejores deseos,

Gloria Alonso.